¿Hay un sentido cristiano de esta miseria del cuerpo?
El cuerpo no es un ídolo para adorar, sino un instrumento material. Posee la
grandeza de la materia: servir al alma. Aunque es un peso, un opositor del
espíritu. El cuerpo es materia que el alma hace vivir. Su miseria no debe
asombrarnos, sólo la puede vencer el amor. Dios hizo nuestro cuerpo, aunque
el estado del cuerpo lo hace el hombre. Dios creó al hombre señor del cuerpo,
aunque el pecado hirió la relación: ahora el alma está débil y el cuerpo hostil al
espíritu. Subsiste el vínculo, aunque alejado. Si el cuerpo decae, el alma
también. El alma pecó primero, por eso si queremos sanar al cuerpo tan
pesado debemos liberar nuestra alma. Hay que elevarse a Dios y pedirle a quien
puede liberar cuerpo y alma, que tenga piedad de nuestra debilidad y de esta
tragedia que nos hace miserables. Buscar a Dios nos hace encontrar
oportunidades, dejar la cobardía y encontrar el bien que tanto ansiamos. Los
cristianos no somos enemigos de lo material, forma parte de ser hombres.
