El verdadero amor no es algo pasajero
En el entusiasmo que sentimos por alguien, el ser humano manifiesta que su
capacidad de amor no tiene límites. En ese entusiasmo que los griegos llamaban
“manía” ( no en el sentido negativo de los argentinos, sino en el sublime de estar
enamorado) se manifiesta un aspecto poderoso del amor. El verdadero amor
permanece.
Cuando decimos a alguien: “Quiero que vivas, que existas”, no estamos diciendo
(como algunos por error pueden pensar) “Qué maravilloso que seas así” (agradable,
linda, bueno, confiable, responsable, etc. Cuando se afirma “Quiero que existas”
decimos que amamos de veras, que lo nuestro no es pasajero.
Es algo tan sublime que es incomprensible para el que no entiende de amor. Por eso,
la muerte del ser amado es terrible. Cuando mueren amigos y conocidos, podemos
permanecer inertes. Cuando muere alguien amado, la vida se hace insoportable.
Porque es glorioso que una persona amada esté presente en el mundo. +