El temor ante la realidad
Hoy se ha difundido la idea loca de que un hombre cabal no debe sentir temor. Nace
de dos fuentes: el liberalismo y el estoicismo, filosofías antiguas que siguen vivas.
Para el liberalismo el temor es inauténtico. El estoicismo no cristiano, enfrenta los
temores de la vida sin miedo y sin esperanza. La Iglesia está lejos de la ingenuidad del
liberalismo y de la rigidez del estoicismo. Ni alabamos ni censuramos el temor. El
temor es pecado cuando contradice la verdad de la realidad. Y también es pecado
cuando falta el temor. Porque tanto el temor desordenado como la falta antinatural de
temor se oponen a la virtud de valentía. La falta de temor es una falta de valor. No
sentir temor por nada es algo desordenado. Y sentir temor también es desordenado.
Porque las dos actitudes nacen de la soberbia. En la Biblia leemos: “Ha llegado a no
temer nada” (Job 41); “Quien no tiene temor no puede ser justificado” (Eclesiástico 1);
y “El sabio siente temor y se aparta el mal” (Proverbios 14).