El Sagrario

El Sagrario

Al principio la Eucaristía se celebraba cada domingo y si sobraban algo se
consumía para que no quedase nada. Las persecuciones hicieron que los cristianos se
reunieran en distinto sitio. Y pronto hubo enfermos o presos que querían comulgar del
Cuerpo de Cristo y se inventaron las tecas o cajitas para llevarles la Eucaristía. Hacia
el año 150 san Justino martir dice que los diáconos llevan la Eucaristía a los ausentes.
S. Tarsicio fue muerto cuando llevaba la Eucaristía a los presos.
Cuando en 313 el cristianismo se hizo religión del Imperio Romano, los lugares de
culto fueron estables y el arte creó bellas mesas de altar y crucifijos. El Concilio de
Tours en 567 habla del Sagrario. Por ese tiempo el Concilio de Verdún manda que junto
al sagrario arda siempre una luz.
El culto a la Eucaristía fuera de la Misa nació de modo lento y quedó firme desde el s.

  1. Para el año 1000 el hereje Berengario negó la presencia real. S. Anselmo y S.
    Hildegarda defendieron la tradición católica: uno con argumentos y otra con cantos.
    Luego surgió la fiesta del Corpus Christi y en cada iglesia se ordenó que hubiese un
    Sagrario para conservar la Eucaristía para enfermos y moribundos, y adorarla de modo
    privado. El pueblo cristiano tenía mucha devoción a la Eucaristía. Los católicos
    saludan a Cristo presente con la genuflexión. El amor a la Eucristía es uno de los
    signos más claros del catolicismo actual y se funda en las palabras de Jesús: “Sin mí
    nada pueden hacer”.

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