El golpe en el pecho

El golpe en el pecho

Un gesto penitencial tradicional es el golpe en el pecho. Durante
miles de años golpearse el pecho elimina el cortocircuito del cuerpo
o sea el bloqueo emocional y se restaura entre la mente y el cuerpo.
Jesús presenta al publicano “que no se atrevía a alzar los ojos el
cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Señor ten piedad de
mi que soy un pecador”. Es también la actitud de la gente ante la
muerte de Jesús: “quienes acudían a aquel espectáculo , al ver lo
que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho”. Es un gesto
hermoso en cuanto expresivo, que no es tocarse el pecho con las
yemas de los dedos.
Para el acto penitencial al inicio de la Misa, usamos también el
mismo gesto, tanto en el Yo confieso como en el Señor ten piedad.
Golpearse el pecho es reconocer la propia culpa, es apuntar a sí
mismo, al mundo interior donde sucede el mal, y además al sacudir
el propio pecho, manifestamos que queremos cambiar, despertar,
convertirnos.
Si es un gesto bien hecho, no un mero rito, puede ser un
recordatorio de nuestra situación de pecadores, y a la vez la
expresión del dolor que sentimos y del compromiso de nuestra
lucha contra el mal. Por eso, es un gesto especial para cuando nos
confesamos.

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