El cuerpo no desaparece
Un día el cuerpo termina su servicio. San Pablo dice que nuestros cuerpos
muertos son sembrados. Y esas palabras cambian todas nuestrs ideas. Los
cementerios no son inmensas tumbas, sino campo donde están sembradas las
semillas, que germinarán para la vida eterna. Nuestros cuerpos, nutridos con la
Eucaristía y ahora polvo, resucitarán a su tiempo, porque ese será el regalo de
Jesucristo Resucitado para honrar a Dios Padre. Así queda de manifiesto que la
fuerza de Dios aparece plenamente en la debilidad. Nuestra resurrección es una
prolongación de la Resurrección de Jesús. Porque por el Bautismo somos
miembros de Cristo Resucitado, y nuestra meta es resucitar con El. Y hará que
los cuerpos miserables se hagan como su cuerpo glorioso. Cuando Cristo
volverá an su Gloria, el polvo mostrará su belleza espiritual junto a nuestra
alma. Entonces alma y cuerpo glorificados, cantaremos la gloria de Dios y
seremos felices para siempre.