
EL AMOR PUEDE MÁS
Vino una señora, cuyo hijo se había casado hacía dos años. Pensaba que era una madre «moderna» y se hizo a la idea que el matrimonio de su hijo iba a cambiar la relación entre ellos. Ya había tenido una experiencia, cuando él tuvo que trabajar por un tiempo en Comodoro Rivadavia.
El día de su casamiento, al terminar el rito, ella se despidió de su hijo diciéndole: «Hijo mío, desde ahora tu lealtad está en otro hogar, el que construyes con tu esposa. Si te pidiese algo que molestase las prioridades de tu casa, dímelo francamente».
Pocos días después de volver de la luna de miel, el hijo fue a visitar a su mamá con la flamante esposa. Al concluir la cena, la señora dijo de pronto: «Nene, no olvides sacar la basura». De inmediato, todos se pusieron a reír…
Ella se dio cuenta de su error e inmediatamente se corrigió: «Perdona, hijo. La basura de esta casa la sacaremos a la calle tu papá o yo. Tu tendrás que ayudar a Marisa a sacar los residuos de la casa de ustedes». Lo dijo muy serena, pero se quedó preocupada. Esa noche durmió mal y se despertó tarde.
Su marida ya se había ido al trabajo. Sobre la mesa de la cocina le dejó una misiva muy doblada. Leyó: «Vieja, estabas tan dormida, que te dejé seguir viaje. Necesito decirte que te quiero mucho. Anoche estuviste estupenda con los chicos… ¿Sabes de que me acordé cuando le pediste a Guillermo que sacara la basura? De mi mamá… aquella vez que me pidió que la acompañara a su casa para arreglarle el velador, siguiendo su costumbre de pedirme servicio como si fuera soltero. Estábamos esperando que viniera el médico, porque el pibe tenía fiebre… Vos te sentías tan preocupada… Yo me hice el gil y no me moví. Vos frunciste el ceño… Mamá insistía. Cuando yo ya iba a decir que no, te diste cuenta y me empujaste: «Anda Juanca, que tu mamá lo precisa. Yo me arreglo». Nunca te agradecí aquel gesto. Esta es una buena ocasión para hacerlo. A vos, Vieja, nunca te va a poder la rutina, a vos te puede más el amor».