El amor es afectividad y libertad
Hay una afectividad espiritual que la mentalidad moderna desconoce. La carne
puede vibrar, y el espíritu también y más. El espíritu es más sensible, capaz de gozo y
dolor. Por eso a los sentimientos sensibles los superan los sentimientos espirituales:
admiración, arrepentimiento, miedo, dolores, alegrías, emociones y el sentimiento más
grande: el amor. Ese movimiento afectivo es un llamado a la libertad. Porque la
libertad termina lo que la afectividad comenzó. Hay un elemento de libertad en el amor
que le da su carácter personal. El amor es la libertad y por el amor las personas se
engendran espiritualmente. El amor es entonces un conjunto de afectividad y libertad,
en donde se encuentran vinculados en el fondo del alma la pasividad y la actividad, el
debilidad y la fuerza del espíritu.
