El amor a sí mismo y nuestra dignidad
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El amor a sí mismo puede a veces asumir la función de un juicio de la razón, para
preservarnos de una entrega anárquica y de la inmolación sin sentido de nosotros
mismos al servicio de unos ídolos muy adorados. La entrega del verdadero amor
presupone siempre la seguridad de que el propio yo y su dignidad no estén
amenazados. Sólo entonces el amante puede entregarse sin reservas, con libertad y
sin volver la vista. Este asunto no se puede liquidar a base de recetas fáciles. Por eso,
hay que preguntarse: “¿Cómo nos amamos a nosotros mismos?”