¿Cómo es una Parroquia según San Lucas?
a Iglesia piensa en las parroquias, por la escasez de clero, y a menudo las junta para un trabajo aunado. Este pensar es una ocasión para evaluar si las pequeñas están cumpliendo su misión.
1. Tenemos experiencias de Jesús. Esas experiencias nos unen. Veamos Lucas 24.
Volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once y los demás reunidos.. Decían: “El Señor resucitó y se apareció a Pedro”. Ellos contaron lo sucedido en el camino y como reconocieron a Jesús en la Fracción del Pan (vv. 33-35). Los discípulos de Emaús tuvieron una experiencia de Jesús en el camino; los apóstoles anuncian que Pedro vio al Señor. Ni los apóstoles, ni los discípulos, ni María Magdalena tienen el monopolio de la experiencia de Jesús. Nadie necesita conocer a Jesús por otros, y sin embargo, las experiencias de cada uno nos acercan y nos unen para participar de ellas.
2. Esas experiencias nos unen, pero no dicen lo que sucede cuando nos reunimos: Jesús está presente otra vez, de modo nuevo. Mientras estaban hablando sobre esto, Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “Paz a ustedes”.
Estaban confundidos y aterrorizados, y pensaban que veían a un fantasma. Les dijo: “¿Por qué tienen miedo, y por qué se llenan de dudas? Miren mis mandos y mis pies; vean que soy yo. Toquen me y vean; pues un fantasma no tiene carne y huesos como ven que tengo. Y al decir esto les mostró sus manos y sus pies (vv. 36-40). Jesús sabe que se reunieron por sus experiencias sobre El. Sin embargo, las experiencias personales de cada uno no agregan nada a la realidad: cuando nos reunimos, siempre hay algo más. Por eso Jesús subraya lo físico de la experiencia. Véanme, tóquenme, miren de cerca mis manos y mis pies. La realidad de Jesús en los fieles es algo más, que supera las experiencias que nos convocaron.
3. El siguiente paso es simple: si quieren reconocer a Jesús, El debe comer con ellos. Reconocemos a Jesús en la comida, en las comidas que compartimos. Esto es conocido, compartir la Fracción del pan, pues Jesús está presente siempre en el pan, el Pan Eucarístico. Aunque no fue así:
Mientras que no podían creer a causa de su alegría y estaban asombrados, Jesús les dijo: “¿Tienen algo para comer?” Le dieron un trozo de pescado asado. Lo tomó y lo comió en su presencia (vv.41-43). Una pregunta simple: ¿Tienen algo de comer? En cualquier comida me reconocerán. Pan, pescado, u otra comida que compartimos, puede ser el modo para encontrar a Jesús.
4. Con esto se podría terminar. Reconocieron a Jesús en la Fracción del Pan, en su encuentro con Pedro, y ahora al comer el asado. Sin embargo, hay otro paso: la iluminación.
Entonces les dijo: “Esto les dije mientras estaba con ustedes: que lo escrito en la ley de Moisés, los profetas y los salmos debía cumplirse”. Entonces les abrió sus mentes para que comprendieran las Escrituras (vv.44-45).
Son gente especial que ha tenido la experiencia de Jesús Resucitado, más de una vez, lo tocaron, compartieron la comida con El. Pero no pueden construir la Iglesia al compartir esta verdad con los demás, a no ser que Jesús les abra la mente para entender por completo el sentido de sus palabras. Entonces pueden llevar la Palabra por el camino, a otros cenáculos, que van a compartir esas experiencias de Jesús con la gente que lo experimentó de otros modos. Saquemos las conclusiones:
1ª. Cada uno que viene a la parroquia experimentó a Jesús. Nadie posee “la” experiencia.
2a. Cuando nos reunimos experimentamos a Jesús de un modo nuevo, que supera a cualquier experiencia individual. No nos quedemos en lo que ya sabemos.
3ª. Cuando compartimos una comida, la Eucaristía y otras, Jesús está con nosotros de nuevo, vivo y cercano. Comprendamos lo que tenemos y repartámoslo.
4ª. Las experiencias del mundo entero no bastan, hasta que Jesús abra las mentes al sentido y la fuerza de sus palabras. Recemos para que se abran nuestras mentes. Pentecostés nunca está lejos.