COMENTARIO AL TEXTO DEL EVANGELISTA SAN LUCAS (4): 2:1-21
El Niño humilde nace en Belén bajo el poder político del emperador Augusto a quien las inscripciones de la época (Myra) llaman «salvador de todo el mundo». San Lucas nos presenta la paradoja del contraste entre la historia humana y la historia divina, ya que el «salvador de todo el mundo» es Jesús nacido en Belén, la ciudad de David. Así aparece la contraposición entre la majestad del emperador y la humildad de Jesús, el verdadero salvador universal.
El Niño es «envuelto en pañales» como anuncio Salomón (Sab. 7:4-5) para que se vea su humildad. María lo coloca «en un pesebre», como dijo Isaías 1:3. Pesebre puede significar dos cosas: un establo de animales, o un comedero de animales. Probablemente aquí signifique que Jesús es la comida que sostiene al mundo. Jesús no nace «en la posada», porque allí van los extranjeros, sino en pleno campo de David para que se sepa que Jesús nace «en el pesebre del Señor» que sustenta al pueblo de Dios.
El Niño se manifiesta a los pastores, a quien el Ángel, probablemente Gabriel (el mismo que anunció a María), les anuncia para hoy la alegría del nacimiento y las circunstancias en que lo encontrarán. Los pastores no son pobres, porque son los dueños de «su» rebaño. Quizá representen el ideal de la humanidad ya que Abel era pastor (Gen. 4:2) y el rey David en su juventud había sido pastor y en cuanto tal fue ungido rey por Samuel (1 Sam. 16:11), y de pastor llegó a ser guía del Pueblo de Dios. Sin embargo, si bien no son pobres, los pastores son simples, bajos en la escala social. El Ángel les dice lo que ya sabemos por la Anunciación a María: que el nacido es el Salvador, el Mesías y el Señor; que trae la paz y por eso, es fuente de alegría. Ellos van, ven y lo anuncian a su vez.
El canto de los ángeles recuerda a Isaías 6:3, pero ahora es Jesús el lleno de la gloria de Dios. Hay tres reacciones a la manifestación de los ángeles: 1º. Los pastores verifican el anuncio, creen y se van glorificando a Dios; 2º. La gente apalabrada por ellos: quedan admirador y atónitos. 3º. La Virgen María trata de captar el significado de lo que le ha pasado y lo que anuncian los ángeles: pero a diferencia de los pastores, María lo guarda en su corazón. Atesora la fe y todavía no la entiende. Su fe, en este relato, es menos espontánea que la de los pastores. Ella va buscando respuesta a sus preguntas, como un verdadero discípulo y creyente, que se admira de lo que sucede.
El nombre que lleva el Niño se lo puso el Ángel Gabriel: Jesús, que significa «Dios salva».