Cambia la Iglesia
Drew Christiansen, Nueva York
E l catolicismo pasa por un cambio. Durante siglos se luchó por la corrección de la Fe. Ahora es el bien del pueblo. Apertura a los críticos y a quienes disienten. Bienvenida a los pecadores y llegada a los marginados. El reto es apropiarse el corazón del Evangelio: El hijo del hombre vino a buscar y salvar lo perdido (Mat.19:10). El cambio de lo dogmático al cuidado de la gente es el estilo personal del papa Francisco.
Juan Pablo II en el Día del Perdón del año 2000, junto a la Curia Romana pidió perdón a Dios por las ofensas cometidas en el servicio de la Verdad. Además rezó ante las tumbas de los mártires protestantes, y a los protestantes asesinados por su fe los honró en el Jubileo de los mártires del 2000. Para Juan Pablo II pedir perdón y reconciliarse era más valioso que estar en lo correcto.
Hace 1400 años el papa Gregorio Magno ejemplificó este estilo de liderazgo espiritual y elaboró su El cuidado de los pastores (año 591), un manual para obispos, que fue usado por sacerdotes y directores espirituales. El bien de las almas. Gregorio enfatizaba el papel de los obispos como “pastores” y no como “señores”. Gregorio insistía en conocer a los fieles en sus diversas condiciones. Para Gregorio no había soluciones hechas para cada caso.
El Papa Francisco advierte sobre las tentaciones de los ministros de la Iglesia a vivir una vida privilegiada. Los verdaderos pastores animan a cambiar de vida, progreso en las virtudes y compromiso con el bien común. Un maduro comportamiento cristiano hoy exige la inclusión de los pobres en la sociedad, la promoción de la paz, el diálogo político, ecuménico e inter religioso. Y en lo más íntimo, la madurez cristiana se muestra en un estilo de vida más simple y generosa.
Francisco ha dado forma a este modelo de liderazgo servicial. Se necesita tiempo para que los obispos adopten este papel de humildes pastores como su primera identidad, y el episcopado se transforme.
El surgir de una Iglesia preocupada por la acción del bien no depende sólo de los obispos, ni siquiera del Papa. Francisco tiene que remodelar al episcopado mediante los nombramientos. Depende también de las expectativas del pueblo de Dios. Debe aspirar al crecimiento espiritual y aceptar los desafíos en nombre del Evangelio. El pueblo debe exigir un liderazgo espiritual y una amplia acción pastoral de sus obispos y sacerdotes, en particular dialogar sobre el cuidado de las familias, y los temas acuciantes del divorcio, el nuevo casamiento y las uniones del mismo sexo.
Estas preocupaciones incluyen el crecimiento de la soltería entre los adultos católicos, la paternidad de una sola parte, el retraso del casamiento a causa de la pobreza, la emergencia de hogares combinados, la violencia y el abuso de niños y mujeres, cuidado de los divorciados y de los hijos de divorciados, la familia multigeneracional y el cuidado de los ancianos débiles, el impacto de la desigualdad sobre la fuerza de la familia, y el crecimiento espiritual de las parejas y familias. Cuando los obispos y el sínodo atiendan estas cuestiones vitales, entonces sabremos que la Iglesia de hoy marcha por los caminos del bien común.